Aburrido, solitario, desordenado y olvidadizo, creó un artefacto con quien conversar; alguien, que por lo menos en determinadas horas del día, lo despertase, lo mandara a la cama y le recordara la hora de comer; y así lo hizo, con una programación muy fácil, con una voz amigable.
Lo interesante es que su capacidad de archivar y reproducir la información, asemejaba la capacidad para aprender; es más, se le agregó la facultad de recibir órdenes (programas) de manera oral, valorando mucho la información que puede compartir solo con su creador y la que debe callar ante extraños. Las órdenes programadas fluían con tanta naturalidad, que su creador sentía conversar con un amigo muy leal y confidencial, surgió impensadamente un sentimiento extraño de cariño.
Propio del ser humano, llegó un nuevo momento de aburrimiento, y se preguntó a sí mismo, por qué no hacer nuevos robots, mejor aún reciclando material desechable, como JoluBot, su primera creación. Pero, paradójicamente, esta vez compró un diseño básico, Marquimar, con el atributo de reconocer figuras geométricas de diferentes dimensiones o tamaños que produzcan nuevos seres robóticos con diferentes funciones.
Todo iba bien, pero algo insólito ocurrió, JoluBot, a pesar de sus pilas superrecargadas, dejaba de dar la hora, conversaba menos, mientras Marquimar rápidamente trazaba las nuevas ideas de ensambles.
Referencia curricular
Micronarración para trabajar con estudiantes de los primeros ciclos en los cursos de Sociedad y Economía, Aplicativos digitales o Lenguaje y comunicación. Por una parte para promover el reciclaje de material desechable, introducir la programación y la comunicación.
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