José, se dirigía a la sala de profesores pensando en su fórmula mágica de aprendizaje: 2 ejemplos, 10 ejercicios y 5 preguntas; la última vez se lució con un discurso brillante sobre la importancia de la ciencia de Adam Smith, que adora y que ocasiona las riquezas de las naciones.
En eso lo llama Abel, el Director, para informarle del malestar que ocasiona sus clases. Siente ingratitud: yo me preparo diligentemente, mi trato es respetuoso, explico con el mayor detalle y simplicidad los temas complicados que en la Universidad a todos les costaba entender. De escribir un libro este sería único.
Abel, le sugiere hacer cosas diferentes. Sobreponiéndose a la crítica, ingresa al aula, les pide a sus alumnos que formen parejas, que unan sus manos derechas, que sin soltarse junten sus manos izquierdas, sin soltarse sus hombros derechos, luego los izquierdos… hasta que les pide un abrazo fraterno entre cinco. En ese momento les dice que será su grupo de trabajo para hacer un plan de negocios. Se percata que los rostros de sus alumnos han cambiado, los ve más sonrientes y atentos que nunca.
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